Además del Malbec como uva insignia que define a nuestro país en mercados internacionales y que suman la mayor cantidad de volumen de exportaciones, la Argentina tiene otro vino que “únicamente” existe en nuestro territorio. Se trata del expresivo y blanco Torrontés. Se encuentra a lo largo de todas las regiones del país, desde Salta hasta Río Negro y se está afirmando como la firma del vino blanco argentino.
En la Argentina hay 3 tipos de Torrontés: el mendocino y el sanjuanino que poseen más aptitudes para el consumo en fresco y el riojano que es el más cultivado y el que expresa las mejores cualidades para la elaboración de vinos finos, muy frutados y a la vez secos. Este último ha valido varios galardones internacionales.
El Valle de Cafayate, en Salta, bien al norte del país, es el que ganó gran cantidad de puntos y excelentes críticas en los últimos años en el mundo gracias al cultivo de esta variedad y las cualidades de la tierra, altura y latitud. En esa zona se genera un microclima especial, los viñedos alcanzan una altura de 3.000 metros sobre el nivel del mar y la lluvia es muy escasa, lo que permite un desarrollo excepcional de la vid. Los vinos de Cafayate son vinos de fuerte personalidad, frutados, sabrosos y prolongados en la boca.
El Torrontés fue posible por el cruzamiento genético de dos variedades incorporadas durante el largo período colonial: uva negra y moscatel de Alejandría o uva de Italia, las que serían las antecesoras del Torrontés (Agüero, 2003). Fue largo el camino hasta la identificación final del varietal, en un comienzo estuvo mezclada con otras uvas y no se encuadraba en las características generales de ellas.
En la viticultura argentina el nombre «Torrontés» se comenzó a utilizar a mediados del siglo XIX. El registro más antiguo que hemos encontrado corresponde al estudio de Damián Hudson en la década de 1860.
Un “Torrontés” es la posibilidad de encontrarse con un blanco apasionante, fresco, frutal y con una astringencia final en el retrogusto que lo identifica. Ideal para apertura de cenas, acompañamiento de empanadas de carne bien condimentada (se lleva muy bien con las especias, de allí el acuerdo regional del noroeste), mariscos, locro, también con bruschettas o algunos pescados. También para la elaboración de cocteles cítricos o frutados sin tapar sus características esenciales.
Características del Torrontés
El Torrontés, es de color amarillo pálido, verdosos o dorados, cuando es joven y dependiendo de la zona de producción estos dorados pueden ser de mayor intensidad. En nariz, sus aromas recuerdan a la ruda, rosas, los cuales son muy intensos, duraznos, manzanillas, clavo de olor, miel y en ciertos casos se hace presente el aroma a uva moscatel. Los aromas primarios del vino Torrontés están dados por las rosas, duraznos blancos y ensalada de frutas.
En boca, el Torrontés tiene presente los sabores a cáscara de naranja, duraznos, ensalada de frutas, miel, orégano, manzanilla y uva moscatel. El equilibrio presente en él, entre la acidez y los sabores a frutas, hacen que el mismo aparezca como un vino dulce, pero en realidad es un magnífico vino seco.
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